8.4.12

16. Miedo.

Es común tener miedo. Mucho más común es tener miedo, y que los demás no comprendan el motivo. El sentido que uno mismo da a sus miedos, así como la magnificencia, depende de factores concretos. La inseguridad en uno mismo podría ser el cabeza de cartel. Los secundarios pueden ser la desconfianza en nuestro entorno, así como sus malas intenciones. Todavía hoy podemos decir que por mucho tiempo que pase, y se compartan cosas importantes; no terminamos de conocer a quienes nos rodean. 


A medida que transcurren y evolucionan las relaciones, es lógico que crezcan junto a los vínculos afectivos, las obligaciones y las responsabilidades con para los demás. En ese aumento personal nacen a menudo los miedos. Se acrecientan con un miedo continuo a lo que vendrá, o pueda suceder. 


Ese es un miedo abstracto. Fruto de carencias interiores. En ocasiones por motivos personales y malas experiencias pasadas. En ocasiones así la fe suele ser la solución más solicitada, demostrando que en realidad el ser humano necesita creer en cualquier otra cosa antes que en si mismo. 


Llegado el momento de plantearse que es exactamente el miedo, nos encontramos con que no es corpóreo. Solo forma parte de nuestra mente. Puede escapar de la boca, habitar en nuestras retinas. Puede incluso materializarse en forma de lágrimas u orina. 


 ''A veces ese miedo se materializa hasta el punto de convertirse en el tejado que nos da cobijo. A nosotros y a nuestras inseguridades. Bajo su cobijo dormimos abrazados a las frustraciones personales, las mismas que no llevan a ningún sitio, y que nos terminan definiendo como individuo''


En un ejercicio de existencialismo, podemos desnudarnos frente a nuestros miedos. Intentar averiguar que nos mantiene conectados a ellos. Desactivar ese bluetooth personal que nos invita a conectar una y otra vez con miedos que nos alejan de la vida que merecemos. ¿A que se puede tener miedo hoy en día? No es algo tan fácil como la oscuridad. El miedo a quedarnos solos, a perderlo todo. Se mezcla con un sudor frío que baja por la frente, las pupilas se dilatan, hay pánico. A que nuestra pareja quiera hablar con nosotros, a que nuestros amigos no aprueben un estilo de vida que rompa con el suyo. Todas esas voces que nos atormentan interiormente, que nos dicen lo que tenemos que hacer, sin tener un peldaño en nuestra escala de valores personales. 


Vivimos hipnotizados por la aprobación ajena. Incluso cuando no queremos, o creemos no estarlo. Incluso entonces somos vulnerables, viviendo sometidos a las miradas acusatorias de los demás. Romper con todo eso no es fácil, es a menudo un via cruzis personal, con el que no nos toca otra que cargar un pesada cruz, llena de prejuicios personales. 


''Es doloroso reconocer que nos podemos llegar a odiar. ¿Quien no se ha dado asco a si mismo? ¿Quien no ha querido suicidarse en todos los niveles? Cada uno es dueño de su cuerpo, asumiendo que el cuerpo se irá pudriendo y que lo que realmente debe nutrirse es el alma. Las modas pasan. Las relaciones van y vienen. Pero la estabilidad de uno mismo, ese Joint Venture entre cuerpo y alma, es lo que realmente debe oxigenarse''

Maltratarnos un poco más, castigarnos a nivel mental. Asumiendo que somos simples mortales, engreídos por creer que poseemos la verdad absoluta. Solo cuando seamos capaces de salir a la calle sabiendo que rumbo tomamos, siendo conscientes de mirar a izquierda y derecha, sin confiar en nadie, ni en nosotros mismos. Solo entonces asumiremos que la felicidad se tiene que ganar. Y que si, que se puede llegar a ser feliz, pero que no nos la va a proporcionar nada que pueda caducarse, romperse o perderse. Nada que pueda ser robado, olvidado o podrido. La felicidad la trae el estar bien con nosotros mismos, y perdonar a todos aquellos que nos hicieron daño, así como haber luchado por ser perdonados por aquellos a quien defraudamos con una actitud egoísta y manipuladora. Y es que el miedo a que nos suceda algo malo, o lo bueno que tenemos se termine no deja de ser parecido al monstruo de debajo de la cama. No hay constancia real ni científica de su existencia. 




La probabilidad de que exista es ambigua. Indicando que puede o no estar bajo nuestros sueños más pesados. Nadie ha conocido a ese monstruo. Es una realidad; inventamos pretextos de manera continua. Decimos No cuando soñamos si, para terminar encerrados en casa pegando puñetazos de furia porque las cosas no salen como nosotros queremos. Tampoco hablamos para decir lo que pensamos, pretendiendo que sean otros los que averigüen lo que pasa por nuestra retorcida mente. 


 ''La alegría tiene retazos de dolor e inseguridad no la hace menos alegre. Vivir y evolucionar trae consigo un reto como es afrontar cambios. De nada serviría seguir teniendo las mismas inquietudes de los 20 pasados los 25. Por mucho que creamos que es un tiempo irrisorio. La vida tiene esa particularidad. Podemos vivir casi una década sin nada asombroso que contar en twitter, y en tan solo 20 minutos todo puede cambiar hasta transportarnos a una vida de la que ni tenemos instrucciones. Mientras hay quien ahoga sus penas en Bourbon, otros lavan su drama de rodillas en la bañera. Y es que algunos problemas con el suavizante pertinente son menos duros''


 Es fácil asomarse a la ventana en una noche de tormenta y preguntarle a Dios porque somos tan desgraciados, pero si cuando el sol sale de nuevo seguimos en esa ventana a la espera de respuestas, van a ser los problemas los que se rían de nosotros. Llegada la desesperación uno no tiene otra que sentarse. Coger papel y lápiz y enumerar una a una las preocupaciones. Dando prioridad a aquellas que lo requieran por posibles consecuencias, de salud o legalidad. Si la medicina o la justicia no tienen nada que ver con nuestras lamentaciones, tal vez estemos dando prioridad a cosas absurdas, hayamos magnificado estupideces, o sea nuestro orgullo el verdadero problema. En realidad vivir continuamente preocupados nos aleja de la filosofía del Aquí y Ahora.


 Las soluciones pueden llegar a ser tan rebuscadas e imprevisibles, que toda la energía y esfuerzo que empleamos en encontrarlas solo terminan alejándolas de nuestro campo de visión inmediato. En la mayoría de ocasiones nuestros lamentos y preocupaciones importan bien poco al resto del mundo. Así que en lugar de esperar en el andén a un tren para que nos lleve a nuevas y mejores oportunidades, deberíamos meter todas las neurosis en una caja, ponerle 5 sellos y mandarlos por correo Aéreo tan lejos como lejos las queramos tener.