Opuestamente todo en esta vida tiene un inicio y un final. Mil y una son las maneras de terminar una relación; pero solo una pregunta ¿Que nos ha pasado? Difícilmente podremos encontrar una respuesta valida u adecuada. Reinara aquella incomodidad de dos personas que se quisieron y ahora se despiden. En ese margen de despedida no hay espacio para la auto indulgencia. Suena ridículo preguntarse y preguntar a la otra persona. Todas aquellas respuesta solo se teñirían de reproches mutuos y no terminarían resultando motivos convincentes. Todo se resume, a que una parte de nuestro cerebro cede a la dominante. Y nos volvemos volubles creyendo que la culpa es solo nuestra.
En una despedida. Dos personas adultas, deciden que no pueden convivir durante más tiempo. Pero hasta que punto, eso significa que debamos caminar hacia el frente esperando lo mejor para nosotros. ¿Que podríamos perder si al darnos la vuelta, una mirada nos pide que nos quedemos para el resto de la vida? Sería fustigarse si al girarnos vemos que no hay nadie.
Por suerte o por desgracia uno abandona el Hotel de la ruptura cargando su propio equipaje. Baúles y maletas llenos de recuerdos que no van a utilizarse nunca más. Sabiendo que en todas las relaciones, hay siempre una parte que quiere más que la otra. Y para que engañarnos. Es consolador saber que hemos sido la parte que ha sido más querida. La dualidad por idealizada que esté, solo existe para las lesbianas.
En su momento álgido, una pareja, no reserva sitio para dudas, rumores ni impedimentos. Aunque muchas terminan y caen por un precipicio, aunque muchas de estas relaciones agonizen tiradas en una cuneta a merced de ortigas y matorral de carretera. Cuando caminamos sin rumbo: Es entonces que deberíamos analizar. Preguntarnos a nosotros mismos:
¿Donde han ido todas esas promesas?
Preguntarse que sucedería si el orgullo o las terceras personas no indagaran en las relaciones. Suele ser bastante común. Cuando dos personas quieren estar juntas: De golpe, nace la magia. Toda esa magia, esos fuegos artificiales, esas mariposas en el estomago. Obligados a convivir durante mucho tiempo en un jardín botánico. Un Jardín en el que podrás merendar, perdiendo la noción del tiempo. Un Jardín por el que vas a pasear cogido a la mano de quien quieres. Donde todas las flores oleran a compromiso y las rosas no pincharan con sus mentiras. A pesar de ello un Jardín botánico, es precisamente bonito porque necesita de cuidados especiales y constantes. Cada día podremos ver esa evolución de una flor que evoca la tristeza. Como aquella planta que representa la dualidad va irguiendo su postura. Podemos regar nuestro jardín emocional, más bien es elemental si no queremos que el manto del Invierno sentimental nos lo destruya. Cuidar de la botánica sentimental, es más una obligación que una opción.
A la llegada del frio ¿Que sucede cuando cerramos ese jardín botánico a la espera de un nuevo verano? ¿Olvidamos que esas flores se marchitaran, y el regreso será duro? Sea como sea siempre terminamos llegando al final, el momento en el que lamentamos no haber guardado sulfato emocional. Para fumigar a los problemas del pasado.
El amor es ese jardín botánico. Cierra sus puertas de cristal y no entiende que fuera el frío sea latente. No sabe que hay quien cree que las flores que alberga en su interior sean feas, o no tienen encanto. Ha resultado sensacional perder con otra persona la noción absoluta del tiempo. Darse cuenta que has llegado tarde a todas partes, que tus amigos te reclamaron más tiempo. Sentir que has caminado sin rumbo. Como un autentico romantico senil. La mano de la monogamia te ha ido alejando de tu antiguo Yo. Pero tan bonito como importante, es podar, sacar las malas hierbas y sulfatar. Porque solo entonces tendremos el mejor Jardín de todos. Cuando uno no sabe donde empieza su parcela y termina la de su pareja, tiene un problema. Ha perdido el visado que le permite abandonar la Monogamia, para cruzar la frontera a la vida social en singular. Aunque bonitas, ese tipo de relaciones sectarias, son como una especie de navidades sentimentales que se alargan perpetuamente. Ignorando que en año nuevo la rutina y el costumbrismo están esperando también para pasar cuentas con nuestras relaciones.
Al igual que tener un vestidor de ensueño: La monogamia trae consigo años de búsqueda, invertir lo que uno no tiene en la banca personal, para terminar presumiendo de que todo lo adquirido es sumamente necesario. Claro, que tener pareja, es todavía más complicado que encontrar el bolso ideal para cada mañana. Porque ser monógamo es igual a tener un solo bolso. Puede ser caro, puede ser de piel legitima, y de edición numerada y limitada. Pero es uno solo, y no podemos esperar a que quede bien con todos y cada uno de nuestros conjuntos. Es excitante, sensacional y único sentirse querido, ser correspondido. Podemos pasar una vida entera hasta que encuentres a esa persona que encuentra en ti un motivo para sonreír cuando admira el mal despertar que tienes.
Y para ese entonces tan solo podremos dar las gracias al cielo. Gracias porque hasta el ultimo de nuestros días podamos seguir abriendo los ojos al lado de esa persona que nos quiere tal y como somos.
''Las estaciones terminan marcando aquello que sentimos. La gélidez del Invierno, nos mantiene alerta, la alergia Primaveral nos altera, la metamorfosis del Otoño nos entristece hasta que cuando despertamos de ese coma emocional que nos mantiene lejos de todo, llega el verano. Y con él esa excitación interior que nos hace pensar que tenemos al amor de nuestra vida comiendo un helado en nuestra misma zona de correos.
Es en verano cuando muchos encuentran el amor. Saber que se quiere a otra persona. Ganas de estar juntos, hacerlo bien. Es una sensación placentera, de la que uno no quiere despertar. Como si no existiera nadie más. Como si todo lo que uno necesitara todavía no hubiese sido adquirido a estas alturas de siglo XXI.
Me pregunto a mi mismo si todavía hoy, hay alguien que siga buscando respuestas. Todo el mundo que conozco, se ha dado por vencido y ya no sueña con encontrar una felicidad plena. Aunque curiosamente el magnetismo exista. Es una tarea lenta y desesperante, pero levantarse por las mañanas y pensar que hay alguien en el mundo, que en ese mismo momento se pregunta 'Como puede estar viviendo sin nosotros' es si más no estimulante. Tarde o temprano, esa persona llega. Suele venir con un billete de ida y vuelta, pero mientras lo estamos abrazando no debemos pensar si es verdad que la vida está formada solo por círculos y triángulos, obligados a convivir sin entenderse mutuamente.
No es fácil asumir, que nos hemos enamorado de una persona equivocada. Posiblemente terminaremos hablando con desprecio sobre la idea de que esa persona que hemos dejado atrás, no era para nosotros. Y esa es señal de que por dentro deseamos dejar esas maletas en el suelo para salir corriendo nuevamente en dirección de la persona equivocada.
No es malo perder la esperanza, sobretodo si sabes que esa persona no te convenía en absoluto. Precisamente la esperanza debería ser lo primero que uno pierde después de la dignidad, cuando una relación es fallida.
Mortificando nuestro ego durante todos los días, hasta que realmente encontremos a esa persona que nos aceptara tal y como somos. Admitiendo que hemos fracasado, nuestro duelo se arrancara cual tirita en la rodilla rasguñada.
Muchos te dirán lo bien que te ves desde que vuelves a estar solo. Así que haz oídos sordos a aquellos que te digan lo estúpido que has sido por dejar perder a una pareja tan maravillosa como la que tenias.
Solo cuando tu Ego pisoteado haya asumido que en el amor también se puede caer en bancarrota. Que cuando tus amigos te hablan de conocer a gente nueva, te sientas como en una ruleta rusa emocional. Cuando terminas asumiendo que todo es una mierda y te juras a ti mismo que no volverás a meterte en esa jungla sentimental que conduce al amor. Solo entonces sentirás que no quieres ser un idiota, descubriendo que el inicio de cualquier amor que pueda funcionar solo arranca cuando te quieres a ti mismo con la triste, pero real verdad que reza aquello de ‘Lo mejor de tu vida, eres tu’.