25.10.11

6. El Amor; ¿Se busca, o él nos encuentra?

Unos focos se encienden. Enfocan dos personas enamoradas. Se están abrazando encima de un escenario. Ninguna de las dos piensa en un final. Mientras, en la platea, un público atónito mira asombrado desde la penumbra. Todavía hoy hay mucha incredulidad hacia esas personas que se quieren incondicionalmente. El amor ha subido de las alcantarillas. Ya no es una aspiración de quinceañeras. El amor tiene un lugar en la sociedad.


El amor también pisa el asfalto, paga sus impuestos y utiliza el mismo código postal que nosotros. Lo encontramos comprando en el supermercado, en la sala de espera del medico. No solo vive en Primavera. Incluso trabaja.


El amor concede hipotecas a todo el mundo. No discrimina por belleza, edad, sexo, color o número de ceros en la cuenta bancaria. Cada mes que pasamos al lado de quien queremos, suma como una letra pagada, como un crédito devuelto. Los intereses crecen. El interés por la música que escucha nuestra pareja. Su película postre y equipo de fútbol favoritos.


Pero al igual que en las hipotecas reales, esta también tiene letra pequeña. Cuando en una pareja uno de los dos dice 'Te quiero' en realidad suena el tiro de salida. La maratón hacia la meta es inmediata. Esas dos palabras nos comprometen, atándonos a todo lo que encierra el 'Y yo a ti' venidero.


Es bonito saber que estamos en una relación que funciona, pero inexplicablemente una noche nos despertamos asustados con la seguridad que estamos viviendo bajo la única garantía de un Te quiero. Como en todo, una relación necesita dedicación constante. Y precisamente el alivio de que al oír un Te quiero nos relajemos, es el principal motivo de que una relación pueda ir cuesta abajo.


Mientras eso no sucede, vivir enamorados parece ser fabuloso. Amar y que te amen soluciona el hambre en África, te hace dar cuenta de lo vacía que era tu vida antes de su llegada. Las personas que viven enamoradas tienen una piel más bonita, un brillo en la mirada. Son felices e ignoran a aquellos que les odian. El aislamiento es un rasgo común en la gente que vive enamorada. Ese embobamiento que tiende a ser sectario y que aleja a las parejas de todo contacto con el exterior. Adiós a la vida social, adiós a planes en individual y a menudo la tensión por estar horas o días sin la persona que se quiere al lado.


Parejas que se besan en publico, pasean de la mano. Muestran su amor al mundo. Mientras los demás desean que en el mismo momento que cruzan acaramelados el paso de cebra, un camión de la basura los atropelle volcando todas sus vísceras, incluidos esos corazones que latían al unísono.


Como en todas las cosas, el amor también tiene contraportada. Hay quien vive maldiciendo la ley cósmica. Es posible que vayan pasando los años y el amor no aparezca. Hay quien llega a la vejez sin haber prestado mucho caso a los sentimientos. Curiosamente esa gente ha tenido vidas sociales activas, y es propietaria de bonitas casas, coches estupendos y vestidores infinitos. Incluso cuando el amor no existe, se suple su ausencia con compras, relaciones sin compromiso o coches de 200 caballos.


Hay gente que está predestinada a ser abandonada una y otra vez. Todo el mundo sabe que las chicas que utilizan ropa interior de seda, terminan abandonando a los chicos con los que salen. Porque vamos, cuando utilizas ropa interior de ese tipo, algo dentro de ti te dice que mereces a un hombre mejor que con el que estás. ¿Pero, y ellos? Todavía lo tienen peor. Para cuando han asumido que la ropa interior masculina de seda es hortera, su vida ya es una carrera sin frenos hacia la homosexualidad.


Algunos prefieren llorar porque no conocen el amor. Tampoco sería necesario volcarse en su faceta más frágil y vulnerable. Las lagrimas tienden a coger protagonismo en ausencia o ruptura del amor. Y eso no siempre tiene porque terminar pasando. Realmente si llegamos a la edad adulta y no hemos encontrado a nuestra media naranja, será el momento idóneo para preguntarse. El Amor; ¿Se busca, o él nos encuentra a nosotros?


De todos los sentimientos grises que conocemos, hay uno que es de color rojo; El Amor. Para algunas personas esta palabra puede sonar lejana.Pero realmente el amor encierra muchas otras cosas. Si partimos de la idea de que lo que ayer fue herejía hoy es ciencia. Por esa regla de tres, el amor que estemos viviendo hoy terminara siendo la incredulidad de mañana.


Mientras que la cocaína o el éxtasis liquido tuvieron su auge popular. Las cosas del querer nunca han ido a la baja. Convirtiéndose así en la droga más recurrida. Trayendo con ella también 'el mono' cuando el Amor escasea.


Objetivamente, uno puede vivir su vida sin esperar a que le digan Te Quiero. La tendencia al catastrofismo que nos viene acompañando desde el 31 de Diciembre de 1999 es latente. Mientras todos estaban asustados por sus ordenadores y toda esa sátira de mentiras cibernéticas, ligadas al efecto 2000. Esa noche no murió ningún sistema informático. Lo único que nos abandono fue el amor.


Las relaciones han ido evolucionando. Pero dicha evolución ha llegado antes por la moda de cada década, que por las propias necesidades emocionales. Incluso la relación más solida tiene fecha final. Una infidelidad, o la muerte, pero en cualquier caso nada dura para siempre. Y a veces tener un plan B, una ruptura preparada, para cuando el barco empiece a hundirse, no resulta tan mala idea. Amar es dudar, y generación tras generación esas dudas se han ido haciendo cada vez más latentes ¿Pero en que década dejaron de ser dudas para transformarse en excusas?


Hoy en día el mayor reclamo para dejar una relación es el típico 'No estamos buscando lo mismo'. Pero aunque eso fuera cierto, preferimos escudarnos tras mil pretextos infumables para no dar viabilidad a nuestros verdaderos deseos internos Si nos quejamos de que estamos cansados de relaciones que no van a ninguna parte ¿Porque seguimos incubando el huevo de serpiente?


Amor; ¿Realidad o ficción?