Y es que ser prácticos es algo que va más allá de nuestro raciocinio como victimas por naturaleza. ¿De que escapamos cuando nos despedimos? La respuesta no es aplicable a términos diarios. Uno puede aguantar durante mucho tiempo una situación incomoda. Callar, comentarla en petit comité, y de repente despertar una mañana y zanjar.
En ese caso hablaríamos de ruptura. Cuando una pareja es sostenida por el que dirán, por términos previamente acordados. La pesadez de soportar sobre la espalda una relación que no va a ningún sitio, tiene como próxima parada, decir Adiós.
''Hay despedidas paulatinas, no todas son inminentes y ensordecedoras. Algunas son silenciosas, cuando todavía se comparte cama por las noches''
Hablo de amor, pero también hay despedidas en el campo de la amistad. Descubrir con toda la sensatez que ya no soportas a esa persona que tienes como número preferente en el iPhone™ . Es duro, más cuando hay amistades en común, pero pensar en nuestra propia salud mental, tampoco es algo que pueda dejarse sin atender, no al menos por tiempo de media vida.
La comunicación debería ser la otra cara de la moneda. Digo debería porque muchas despedidas suceden por culpa de cobardia (mutua) a sentarse y hablar. En el día a día se van magnificando aristas que ya de por si eran afiladas, y con eso llega la imposibilidad a la hora de la convivencia. La decepción es otro de los motivos para despedirse. Y olvidamos que el temor a defraudar es humano. Tan ancestral como los pecados capitales. Defraudar es una opción más que no tiene porque tenerla negativamente entre sus posibles lecturas. La decepción es totalmente relativa. Teniendo en cuenta los millones de criterios propios que hay en este mundo, podemos haber decepcionado a unos y otros sin habernos dado cuenta.
Antes de darlo todo por perdido, es bueno saber que cada ojo tiene su propia perspectiva, y que lo que para nosotros es un mundo, para otros puede ser perdonable. Solamente hay una decepción importante. Aquella que nos hacemos a nosotros mismos y que nos empuja a despedirnos. Son despedidas mucho más trascendentales que mudarnos de distrito postal. Son despedidas que pueden suceder sin movernos de sitio. Cuando perdemos los privilegios que comportan haber fallado por egoísmo.
''Y es que un Adiós es doloroso por aquello que sabemos que sucederá una vez nos hayamos despedido para siempre. A veces es inminente la necesidad de despojarnos de todo eso que nos ancla al pasado''
Todas esas reacciones que se han metamorfoseado en fobias. Cuando ya no nos sentimos cómodos en un entorno. Cuando descubrimos que la capacidad de reacción al estar frente algo que nos duela y nos tormenta es limitada.
Hay ocasiones en las que es esencial que trituremos todo el recuerdo que nos ancla al pasado. En especial ese tipo de recuerdos sucios que apestan y nos transforman en personas amargadas y taciturnas.
Caminar tras despedirnos es hacerlo con los bolsillos llenos de loanzas y deseos. Pero por muchas cosas buenas que nos deseen, nadie será feliz por nosotros. La búsqueda de la felicidad precisa de un código propio. Nuestras lágrimas, nuestra desorientación, el vértigo frente al abismo que no se conoce. Y todo eso lo consigue caminar sin mirar atrás. De nada sirve suplicar clemencia, en el camino a la madurez no hay minutos extra.
Llueve sobre nuestro drama personal. Ese mismo drama que nos hace más fuertes y nos conduce lejos del punto del cual partimos. Hay personas con mucha facilidad para aclimatarse. Esas personas tienen el don de escapar de lo que no les convence, pero tarde o temprano terminan dándose cuenta de que no saben lo que buscan, porque no saben de que están escapando.
Somos y estamos creados de amor. Y por ello dudo que el amor muera. Es cierto que el amor puede cambiar de estado. Puede congelarse, arder o evaporarse. Pero nunca morirá. Incluso después de la muerte el amor puede ser recordado versión ultratumba. Cuando el amor llega a nuestras vidas, ese amor verdadero. El que marca nuestros corazones de tal manera que sentimos como el pecho se comprime. Ese tipo de amor incondicional que inunda nuestro cuerpo de pies a cabeza. Un amor que no tiene nada que ver con lo que pueda hacerse con él, si no que es un sentimiento puro, innegable y que no corresponde a una edad, orientación sexual ni compromiso determinado.
Me refiero a ese amor que va de la mano del dolor. Ese amor que nos hace vulnerables, inseguros y paranoicos. Al fin podemos entender que ese amor es insano y terrible.
Tan necesario como peligroso, preferimos mentirnos. Excusarnos tras materialismos y pretextos en base a la negación propia que produce amar y ser amados.
''El cinismo con el que algunas personas observan al amor puede ser una vacuna para evitar el dolor. Pero tarde o temprano, por alguna rendija invisible al ojo humano, el amor se termina colando en ellos. Hay muchas maneras de vivir y experimentar el amor. Desde la más desahogada a la más obsesiva. Todas son igual de validas y terminan marcando hasta el punto que sería necesario un exorcismo para sacarnos del alma la huella que dejan algunas personas''
No es extraño preguntarse que será de nuestra vida en un periodo de tiempo similar a media década. La inseguridad la produce lo mucho o poco que dudemos en nuestra vida presente. Hacer un repaso de aquello que nos empuja a despedirnos, puede derivar en la tranquilidad comporta saber que aceptar lo que no nos gustó del pasado, nos ayudara a crear un futuro más prometedor. ¿Pero cual es el precio a pagar para poder decir 'Estoy bien' y que los demás nos crean? A cuantas cosas podemos llegar a renunciar con tal de elevar el nivel de satisfacción personal.
Hay acciones, situaciones, personas y entornos que no nos permiten evolucionar. Es entonces cuando el atractivo de empezar de 0, llama a nuestra puerta. Si, podemos empezar de 0 cada mañana si queremos, solo es necesario valor y caminar sin mirar atrás, puesto que la nostalgia suele ser la trampa mortal en la que moriremos agonizando.
Todos tenemos una parte dentro de nosotros que jamás será entregada. Una reserva que aflora en nuestro interior. Albergado tras nuestro subconsciente se halla todo aquello a lo que le dimos la espalda en vidas pasadas. Justo antes de empezar de 0 por última vez. Justo antes de desprecintar la vida que ahora otros ajenos a nuestro pasado, consideran como única y verdadera.
Mentiría si digo que decir adiós no es doloroso. Pero quedarse anclado en un mismo punto es un error, sabiendo todos que los errores terminan aumentándose. La claridad con la que vemos las cosas pasado un tiempo de cuarentena, hace que todo parezca menos drástico, pudiendo reír de aquello que anteayer nos atormentaba.
El tiempo pasa para todos. Pudiendo gritar a los cuatro vientos que hemos superado aquello que nos aterrorizaba. Pero para ello es necesaria calma y paciencia.
''Las despedidas pueden tener muchos matices. La necesidad de despedirse solo una; La evolución. Las despedidas se inventaron para solventar dicho cometido. Despedirse es marcharse, evaporarse, desaparecer, mutar, alejarse. Pero también significa escapar''
Y si bien es cierto que escapar nunca resultó una solución, si es la manera instantánea para no terminar loco''