Abrir nuestro archivo emocional cuando estamos frente a una situación complicada es algo útil y necesario. Más cuando no se está seguro de dar un paso firme, y se teme darlo en falso complicando las cosas. Es común que notemos incertidumbre cuando caminamos por las redes del amor. Si nos vemos metidos en una relación de aquellas que llenan currículo, pero no nuestro corazón.
Podemos soñar que vamos muy lejos. Pero por más que nos alejemos siempre llegara un momento en el que nos paremos a meditar. Preguntarse a donde va todo aquello que nos afecta, su posible evolución. En cuestiones de amor siempre será licito preguntarse; ¿Hay vida suficiente para encontrar a alguien que nos haga sentir únicos? Las señales siempre se han mostrado confusas para responder preguntas tan trascendentales. Más si no hay garantía escrita y firmada de que hayamos encontrado el verdadero amor, al compañero definitivo. En el supuesto caso que este exista como tal.
Ha sido siempre habitual frente al planteamiento de las relaciones unilaterales. Cuando dos personas no se quieren con la misma intensidad, cuando es secreto a voces de que en toda pareja hay uno que quiere más que el otro, se hace latente. Cuando una pareja no es dual también ha de ser considerado Amor No Correspondido.
Si vemos que estamos invirtiendo en algo u alguien que no se entrega tanto como lo hacemos nosotros, terminara naciendo el pensamiento negativo. Y este siempre termina atrayendo y potenciando todavía más dolor.
La comunicación es una herramienta clave para estos casos. Hablar es compartir. Hacerlo sin miedo constatar que los posibles malos entendidos no sean fruto de nuestro carácter paranoico. Las charlas de tú a tú con nuestra pareja tienden a despertar y mejorar la confianza mutua. Sobretodo si se hace con ellas un poco de balance diario, sin esperar una gran tragedia para sentarse a hablar seriamente por primera vez.
Posiblemente la confianza total mine esa ilusión de ser sinceros al 100% con nuestra pareja. Eso es algo que solo va a funcionar entre parejas previamente libertinas. Cuando ya es es pactado que nada va a romper ese amor común, y las infidelidades tienen luz verde.
Normalmente ser sinceros completamente haga enfurecer a nuestra pareja. Y es que cuando uno de los dos habla demasiado se puede llegar a destruir la parcela negativa que son los celos y que inexplicablemente mantienen vivas un gran porcentaje de relaciones.
Si finalmente dos personas deciden que no pueden o no quieren perder más tiempo juntas es el momento de hablar de ruptura. Las hay amistosas, cobardes, innecesarias y forzadas. Cada ruptura es un mundo, y como tal exige su propia cuarentena emocional. Cortar es cortar. Eliminar bloquear y superar todo abismo de pasado va a ser un premio a nuestra salud mental. Alejarse de la otra persona es fundamental para que no salgan excusas, arrepentimientos y burdos intentos de volver.
''Una ex pareja no es amiga. Ni lo va a ser por mucho tiempo que pase ¿A caso guardamos enmarcadas las sobras de la cena de ayer? Por muy deliciosa que está fuera, ahora (ya) es basura. Y la basura debe sacarse a la calle para que un camión la haga desaparecer''
También común antes de una ruptura es sentir miedo. El miedo a las consecuencias y los cambios que comporten tras su llegada. Para muchas personas la incomodidad de despedir a alguien les haga sentir confusos. Por ello ralentizan las cosas, con la vaga esperanza que todo pueda mejorar. Eso no significa que no quieran salir de una cárcel sentimental, pero se les suele hacer (tan) cuesta arriba que resulta más cómodo quedarse igual de mal.
Sufrir no aporta nada. Si después de hacer balance las cosas malas superan las buenas, debería ser decisivo. Tanto como cuando la estima se ha marchitado, y ya no queremos ni reconocemos a quien tenemos al lado. Torturarse no sirve mucho. Vivir preguntándonos si hacemos bien o mal es ya una manera de reconocer que todo lo construido se está derrumbando.
Después de una ruptura nadie asume que sea algo rápido, pero es entonces cuando debería uno darse cuenta que ha llegado el momento de sentirse realizado. Saber que se ha conseguido en la etapa monógama, analizando sin llegar al auto cuestionamiento. En el inicio de la nueva etapa es la experiencia acumulada la que utilizaremos como estimulo.
Es posible sentirse realizado tras una ruptura, por más que sean fuertes las ganas de llorar o pasarse el día en la penumbra de nuestra cama solitaria.
Todavía hoy la soledad es considerada una lacra, un estigma. No debería verse como una maldición vivir crecer y evolucionar sin tener pareja al lado. Eso tal vez nos ayuda a ser mejores parejas en un futuro. Asumir que no somos perfectos es sano y necesario. Es entonces cuando logramos comprender los errores y encontrar motivos para mejorar.
Después de una ruptura ¿Existen las segundas oportunidades para uno mismo?
Todavía hoy resulta complicado conllevar todas las facetas que completan nuestra personalidad. Pero cuando rozamos la plenitud comprendiendo que no todo está en nuestras manos, es entonces cuando se logra el placer de saber que hemos ganado el reconocimiento de nuestro entorno. Nuestro propio reconocimiento.
''Lo mejor de las rupturas suele ser el reencuentro con nuestro anterior vida. También las personas interesantes que se conocen al estar sin ningún tipo de atadura. Debería existir un código estipulado para denominar lo importante son las personas que llegan a nuestras vidas cuando estamos en horas bajas. Incluso para aquellas personas que viven soportando la espera de algo que ni siquiera saben si va a llegar finalmente''
Queda claro que martirizarse tras una ruptura solo reduce las posibilidades de ver conocer y desarrollar nuevos horizontes. Son muchas las cosas que perdemos al decir Nunca. Aunque sea sensato y justo saber decirlo a tiempo. Y es que NUNCA se ha convertido en profilaxis emocional y personal cuando empezamos a despegar como solteros. Englobar el miedo y escudarse tras el ''Nunca más'' acumula ignorancia, es una idea cobarde y trasnochada.
Desde que la vida es vida, desde el momento en el que el tiempo dio el pistoletazo de salida; Que las rupturas han sido amigas del dolor. Un dolor abstracto que supone reconocer que si las cosas se hicieron bien, y ese adiós no es un simulacro de ruptura mañana vamos a estar solos.Por todos es sabido que cuando dos personas se distancian es por un motivo u otro. Más allá de ese afán absurdo de querer encontrar culpables, vencidos y vencedores. Las rupturas no son agradables, siempre y cuando este no se transforme en fruto de una fuerza mayor como maltrato, engaño y manipulación.
''A fin de cuentas el amor es como esa crema antiedad que debería aplicarse todas las noches, por más que nuestra piel luzca perfecta y que suele estar sin desprecintar ignorando que cuando vayamos a necesitarla esté ya caducada''
Una ruptura es cambio de rumbo con salida a izquierda y derecha. Norte y sur. Vértice y bocacalle. Es tener hoy y añorar mañana. Una ruptura es la destinación a donde se llega tras un viaje sin billete. Tan bohemio como dejarse llevar es la seguridad de saber a donde se está caminando. Aburrido es planearlo todo, y peligroso no informarte si la pareja que camina de tu mano tiene en mente el mismo destino que nosotros.
Convertida en una mala señal, significativa para valorar que algo no va bien, la auto indulgencia es hoy peor remedio que enfermedad. Mentirse ha devenido una técnica sutil para encontrar a corto plazo un motivo que nos aleje de la seguridad de estar con la mierda por los tobillos.Todavía hoy frente a una infidelidad contrastada nos permitimos mirar hacía otro lado. Sabiendo que si plantamos cara todo lo maravilloso conseguido hasta el momento puede parecer un espejismo.
Me pregunto hasta que punto somos capaces de aguantar dolor. La mayoría de las veces es el orgullo personal el que nos impide asumir que hemos fracasado, que nos han tomado el pelo, que estamos en la cima de una montaña de la que no sabremos bajar. La idea de la carretera y manta es poco tenida en cuenta cuando las situaciones de desamparo nos esperan a la vuelta de la esquina.